diciembre 13, 2008

Herencias milenarias no millonarias

De 85 a 99 por ciento del mapa del genoma humano ha sido descifrado. Más de 3 mil millones de letras del código ADN, por decirlo de una forma más o menos entendible y con referencias oscuras a Sherlock Holmes, han sido ordenados para su interpretación.

Pero qué lejos estamos de entender la herencia humana en términos de genes. Sí, de acuerdo, mi hermana tiene los ojos azules porque mi abuelo los tenía así (aunque eso sigue sin explicar el color negro de mis ojos), pero hay otras cosas de diversísimas índoles que heredamos de nuestros padres, siguiendo la naturaleza un método que, por eufemismo y por no encontrar otro término menos inadecuado, llamaré azaroso. Suponiendo que se puede hallar un método en el azar.

Ya lo dijo James Jeans (premio Nóbel de Física), "el universo, desde la perspectiva cuántica, empieza a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran máquina". Y las reglas que rigen en uno y en otro parecen no tener nada en común. Acaben pues, queridos físicos cuánticos y biólogos genéticos (o como sea que se les llame, casi siempre con dos adjetivos y sin sustantivo) con el descubrimiento del mapa genético y, a la vez, con los presupuestos de los países industrializados. Pero cuando lo logren, llamen a un traductor y explíquenme con peras y manzanas a qué se debe que yo haya heredado esto que enlisto e ilustro a continuación (por supuesto, le llamo herencia porque no lo aprendí en ningún lado y, cuando ya era un hábito en mí, apenas lo descubrí en mi padre, en mi madre o en alguno de mis tíos).

La forma de comer cacahuates o "el dispensador natural de semillas, uvas y nueces".


La forma de limpiarse y rascarse el oído externo e incluso el oído medio o "el molinillo".



El desollamiento del dedo pulgar a causa de los nervios o "putamadre putamadre putamadre"



Colocar el protector de pantalla facial con sonrisa fingida a la menor provocación o "ajá, sigue contándome".



Intentar dormir siempre de lado aunque a los 10 minutos termine siempre volteado boca abajo.



En fin. Sin duda hay cosas más interesantes que heredar, como casas, yates y cuentas bancarias. Sin embargo, la mayoría de los mortales que no viven en el poniente de la Ciudad de México sino en cualquier otro lugar -conocido todos por "los ponientes" con el nombre genérico y casi despectivo de "el sur"- sólo heredaremos cosas de este tipo en todas nuestras vidas. Y hay que aprender a vivir con eso y a valorarlo.