abril 13, 2009

Arte Poop (Outside "The Factory" Mainstream).

No, esto jamás sucederá.



Una de las cientos de miles de razones por las que los perros son completamente desagradables, además del hecho de que la gente los trate como gente, es su excremento.

Apestoso, pegajoso, foco de enfermedades, el excremento canino se yergue como un objeto altamente reflexivo. Al verlo en cada esquina nos hace recordar nuestra futilidad y nuestro fugaz paso por la existencia. Pensar en él nos devuelve al hombre primigenio, al de Hobbes, que tiene miedo del tiempo, del espacio y de todas aquellas categorías del entendimiento que se pudieran inventar después de Kant.

El excremento de perro, esa roca de Sísifo, está por todos lados y es indudable que jamás lograremos deshacernos de ella. Ahora bien, si lográramos, por un momento, por un dulce y efímero momento, eliminar al menos alguna de sus inenarrables características, podríamos llamarnos con justicia filántropos.

Yendo en una dirección opuesta al "snobie" McCarthy, que ensalzó las impactantes características visuales de la mierda, he decidido deshacerme justamente de ellas. En otras palabras, si la mierda no se ve como mierda, quizá podamos olvidar que es mierda (y que está en la calle o en el jardín, porque los perros son así de idiotas y poco pudorosos).

Es por ello -dirían los nuevos "periodistas"- que hoy le presento a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales mi nuevo invento (por supuesto, si no fuera nuevo no sería invento), para su consideración.

Se trata de un implante tipo punta-de-duya-pastelera en forma de estrella, que debe ser colocada en el ano de los perros. Ilustraré lo que trato de decir:

Estas son imágenes de puntas de duya pastelera, para tenerlas en cuenta:





Este es un perro con la duya ya implantada:



¿El resultado? Sí, amable lector, usted lo tiene. Mierda en forma de estrella. Es sólo el comienzo y, permítame adelantarme y soñar, quizá un día podamos hablar de formas más complejas que alegren los jardines y las calles. Aquí un grosero símil de lo que podría llegar a ser.



Adelante, señor Secretario. Llámeme mañana en la mañana y discutimos el precio de la patente. También puedo conseguir quién cambie estos carteles:



Por estos otros: